Showroom / Taller

ESPACIO SALA DE MÁQUINAS
c/ Francisco Ricci, 5
28015 - Madrid
 


La sombrerería es una forma de ver todo lo que me rodea, desde los colores de un paseo, las proporciones de un edificio, la textura de una tela, un libro de tribus africanas, los azules de una cala mallorquina, una coreografía de danza contemporánea, el paisaje desde un tren o el viaje a una emoción. Es todo lo que oigo y lo que miro.


Como todo trabajo artesanal, mi sombrerería se acompaña de un ritual en el que no puede faltar el café, la música (desde flamenco a electrónica), la voz de Javier del Pino de las mañanas de los fines de semana, el delantal y la selección de hormas y materiales con los que quiero trabajar. Estoy convencida de que tanto la elección de los colores como de las formas responde a un estado emocional, a un momento vital. Elaborar un tocado me puede llevar muchas horas, días. La artesanía es proceso, y como tal va más allá del resultado. Lo que se pretende obtener ya llegará a través de la práctica.


La sombrerería es construir algo con tus manos; es crear a partir de cero; es geometría, movimiento y atención plena. Es libertad y también precisión.


Mi colección de hormas se compone de piezas adquiridas en Inglaterra, Australia y España. Son como pequeñas esculturas que embellecen el espacio que habito y en el que trabajo. La horma es aquello que permite la forma. Es el punto de partida que te orienta. Cubrir las hormas con los materiales es un proceso de creación que se centra principalmente en el sentido del tacto. Es moldear, fusionar, comprimir, troquelar para acabar en una pieza única.


Pinapol se transforma cuando experimenta con nuevas formas y diseños sumergiéndose en un espacio de libertad total dejándose llevar por sus instintos y deseos; aquí conviven en perfecta armonía lo excéntrico, lo exagerado, el atrevimiento y lo elegante con la fascinación por lo desconocido. Nada sienta tan bien como desmelenarse y perder el miedo a eliminar esa sensación de rigidez y encorsetamiento.